Hace unos días el Grupo Ecologista CÓNDOR solicitaba del Ayuntamiento de Almería la paralización inmediata de las talas de los árboles de la Carrera Alhadra, en Los Molinos, pues hoy, dos días después, el Ayuntamiento ejecuta a estos enormes árboles, dándoles una mutilación salvaje de la que tardarán mu-chos años en recuperarse. Evidenciando, una vez más, la desconsideración hacia el movimiento asociativo almeriense.

Árboles de más de 50 años que deben ser conservados por su gran valor ecológico pues se trata de la especie conocida vulgarmente como falso pimente-ro, la cual está considerada como exótica. Cultivado en parques, paseos y aveni-das es muy resistente a la sequía y a las altas temperaturas, por lo que se adapta perfectamente a nuestras latitudes. Son de hoja perenne, con la copa redondeada y elegante. El fruto, similar a un grano de pimienta, de color rosa brillante, al romperlo despide un agradable olor a pimienta, de ahí su nombre.

Estos enormes árboles han estado siempre muy mal cuidados, por no decir totalmente descuidados, no han sido tratados nunca adecuadamente para eliminar sus parásitos o enfermedades, que por sus años es lógico que hayan sufrido más de una enfermedad.

Lo más fácil para nuestros políticos es cortar, ya que “muerto el perro se acabó la rabia”, actuación que denota falta de interés y/o desconocimiento del tema. Hechos que desde el Grupo CÓNDOR se quieren evitar, por lo que en su petición al Ayuntamiento solicitan que se reconsidere el proyecto de las talas y se efectúen actuaciones urbanísticas adecuadas para integrar a estos enormes seres vivos en los nuevos trazados de las calles.

Desde el Grupo Ecologista CÓNDOR también se señala que es del “gene-ro tonto” el quitar unos árboles ya desarrollados para poner otros mucho más pe-queños. Esto sería un coste doble, el de las talas y el de la reposición. Critican, asimismo, que el Ayuntamiento ha estado eliminando poco a poco gran cantidad de estos árboles, por una u otra causa han ido sucumbiendo a la presión urbanís-tica o a los intereses personales de algún vecino, sin importar nunca el ejemplar único, y sus valores, que se eliminaba. Ha llegado un punto, señalan los ecologis-tas, que se debe de parar en seco, ¡no más talas!.